— ¿Qué acaba de suceder? —te pregunta tu amigo, mirando por
la ventana para ver si todo había vuelto a la normalidad.
—No sé, Germán…solo sé que lo que ha pasado nos ha dejado la
prueba de que viajar en el tiempo es muy peligroso—contestas. Ambos se sientan
enfrentados, intentando liberarse un poco del remolino de emociones por las
cuales acababan de pasar. Ese miedo, esos nervios, esa sorpresa, incertidumbre
y sensación de peligro los ha dejado algo exhaustos.
Germán va por un vaso de agua para ambos, a ver si con eso
los dos lograrían serenarse y poder tomarse las cosas con calma. Luego de su
regreso, te pasas sin respirar tu vaso y con su permiso pones más fuerte el
ventilador de techo. Era una tarde muy calurosa, pero tras cinco minutos de
poco diálogo entre tú y tu amigo, los dos están más calmados y los tumultos
provocados por los rápidos y recientes sucesos se evaporan y desaparecen en el
aire. Ahora sí todo parece haber vuelto a la normalidad.
—Ha sido una locura—te dice tu amigo. Tú no encuentras una
mejor manera de describirlo.
—Sí… ¿quién iba a pensar que estaríamos a punto de meternos
en tantos problemas? Por suerte no pasó nada, pero podría haber sido peor…
—Sí…resultó ser algo más poderoso de lo que creía…y hasta
mucho más útil y divertido…
— ¿Divertido, decís? No creo que debamos usar esto para
divertirnos, Germán, tenemos que ser muy cuidadosos y usarlo cuando sea
necesario. Apenas sabemos cómo usarlo…si es que lo vamos a seguir usando…
—Vamos, Teo, ¡imagina todo lo que podríamos hacer con esto!
¡Es una máquina del tiempo, ¿te das cuenta?! Con esto podríamos hacer todo lo
que queramos… ¡podríamos hasta convertirnos en héroes! Salvando vidas,
previniendo accidentes…solo imagínalo por un momento antes de contestarme—insiste.
Tú no puedes evitar pensar en las posibilidades que ese aparato les propone,
imaginar las hazañas que lograrían realizar…pero a la vez crees que no sería
demasiado prudente seguir usando ese artefacto desconociendo de todo lo que es
capaz. Te pones de pie y caminas hacia la ventana, y allí te quedas, mirando el
pacífico mover de las hojas de los árboles.
Todo parece ir demasiado rápido para tu gusto. Hace unas
horas eras solo un muchacho cuyo amigo lo había llamado para ir a jugar a su
casa, y estabas emocionado porque seguramente se habría comprado algún juego
nuevo, o habría encontrado algo divertido en su ático según la llamada
telefónica que te hizo la noche anterior. Pero ahora, debes debatirte entre
convertirte un héroe con los poderes de un artefacto misterioso que llegó del
espacio, o hacer lo que crees más correcto y esconderlo. No te gusta la
dirección que está tomando todo este asunto. Se suponía que ese día iba a ser
uno entretenido, un día de verano como cualquier otro…