—La que sea, pero pon algo—te dice tu amigo. Tú no puedes
evitar que te tiemblen las manos. Escribes la fecha que crees es ese día, pero
como es verano y no llevas la cuenta de los días al igual que durante las
clases, te equivocas y pones la fecha del día anterior: 17-12-2012. Miras a tu
amigo, haciendo que él te mire de vuelta. Está tan expectante y nervioso como
tú. Ambos asienten con una sonrisa, y presionas “enter”. Y lo que sucede a
continuación es algo de no puedes creer.
Un destello azulado ilumina fuerte la habitación, los
encandila a los dos a pesar de ser de día y tener la luz del sol entrando por
la ventana, y sumerge el cuarto en un aura blanca a través de la cual no pueden
ver nada. La luz se apaga rápidamente, volviendo al aparato, y deja la
habitación en total oscuridad. Notan que hace ligeramente más calor, pero lo
que más los sorprende es que en el cuarto no hay más luz del sol.
— ¿El aparato cortó la corriente? —pregunta él desconcertado,
viendo que su computadora yace apagada, al igual que el ventilador.
—No es que no hay corriente, Germán…—le comienzas a decir,
mirando por la ventana—es que es de noche.
Y tu amigo mira a su alrededor también. En efecto lo es. A
pesar de que hacía unos segundos eran apenas casi las dos de la tarde, ahora el
cielo está estrellado y se escuchan los grillos cantar en el patio trasero. Los
dos se levantan de la silla. Algo extraño había sucedido, y era obvio que lo
había producido ese aparato extraño. Tú te vuelves hacia donde estaba el
aparato, los sostienes y te das cuenta que pusiste la fecha del día anterior,
no del día en el que estabas.
— ¿Te das cuenta de lo que hicimos, Germán? ¡Volvimos en el
tiempo! —le gritas.
— ¡¿Qué?! —te dice, poniéndose detrás de ti para observar la
pantalla de la máquina.
— ¡Eso! Apretamos el botón del reloj, puse sin querer la
fecha de ayer…y ahora… ¡volvimos un día atrás en el tiempo!
Tu amigo procesa la información. Ambos se miran y se dan
cuenta de que están en la habitación de Germán y ésta está a oscuras, lo que
significaría que el Germán del pasado estaría descubriendo el meteorito, y el
aparato dentro, en esos instantes. Se asoman por la ventana y en efecto, a
pesar de ser de noche y estar lejos de la casa, pueden ver la silueta del chico
agachado sobre la tierra. Están asombrados…tanto que no pueden creer que lo sus
ojos ven sea real.
— ¿Ese que está allá soy yo? —dice él, algo abrumado por la
idea, a lo que tú interrumpes:
— ¡Germán, eso no es importante! ¡Esto es una máquina del
tiempo! ¡¿Tienes idea de lo que haríamos con esto?! —dices. Tus ojos brillan
ante las posibilidades que tu mente imagina sobre todo lo que podrían hacer con
un poder semejante.