—Tengo una idea de algo que podemos hacer ahora—te dice él,
en cambio—Si con esto podemos viajar en el tiempo, quizás… ¡quizás podamos
volver al momento exacto en el que el meteorito cae del cielo e intentar ver de
dónde cayó!
— ¡Esa es una gran idea! —Le dices—pero…este aparato sólo
funciona para viajar a una fecha, no a un momento exacto de ese día…
—Tenemos que intentarlo, amigo, no podemos dejar pasar la
oportunidad. Vuelve a presionar el botón luego de poner la fecha, a ver si así
puedes alargar el comando por uno más específico…
Hacen el procedimiento de la vez anterior. Presionan el botón
del reloj, escriben la fecha, vuelven a presionarlo, y tal como pensó tu amigo,
la idea parece funcionar. El aparato les deja colocar dos pares de números más:
es imposible pensar que no son para otra cosa que para fijar la hora. Por lo
que ajustan el comando para regresar diez minutos antes de que caiga el
meteorito, y justo antes de activar el aparato, tu amigo dice:
— ¡Espera! Acabo de darme cuenta de algo. Recién estábamos
sentados en el escritorio, y cuando viajamos hacia atrás, aparecimos en el
mismo lugar. Fue una suerte que yo justo no estaba, pero si alguien nos ve
estaremos en problemas, se supone que debemos permanecer ocultos…
—Vaya, te estás poniendo muy observador, mi amigo…y tienes
razón. Parece que el aparato te permite viajar en el tiempo, pero no en el
espacio…así que tenemos que salir de la habitación, escondernos en algún lugar
afuera, sin que tu versión del pasado nos vea, y recién ahí viajar antes de que
el meteorito caiga. ¿Estás listo? —le preguntas. Él, tras darse un vistazo a sí
mismo por la ventana, dice que sí, a lo cual tú respondes:
—Bien, entonces agarra el telescopio y bajemos en silencio…no
queremos que nos veas…
Los dos bajan las escaleras sin hacer el menor ruido,
procurando que nadie se dé cuenta de su existencia. Logran cruzar la sala de
estar vacía sin problemas, pero cuando llegan a la cocina, sus corazones dan un
vuelco.
—No vi cuando llegaste,
Teo—te dice la mamá de tu amigo—Cariño, ¿a dónde van? —pregunta.
—Am…afuera mamá, como no hay luz vamos a mirar las estrellas—le
dice él.
Aparentemente la madre de Germán no sospecha nada y cree que
ustedes son su hijo y su amigo. Se han salvado de esta, pero si los llega a ver
tu amigo del pasado habrá problemas. La madre de tu amigo se va de nuevo al
patio delantero, porque aparentemente había entrado para buscar azúcar para los
mates, y los deja a ustedes solos para poder salir lentamente y esta vez
procurando no hacer el menor ruido posible, hacia el patio.