19 dic 2012

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— ¿Lo ves? —te pregunta.
—Sí, ahora sí…es muy bello, ¿verdad? —le contestas. Le permites echar otro vistazo, ya que con los binoculares no se logra verlo bien, y te da la razón. Segundos después, el meteorito se hace tan grande que pueden verlo aproximarse con sus propios ojos, casi pareciendo que los va a golpear de momento a otro. La luz se corta en el interior de la casa, y la sensación de que se va a estrellar contra ustedes es tan vívida que por miedo se tiran cuerpo a tierra, y el meteorito pasa a un metro de ustedes y se estrella contra el suelo, detrás de la planta, exactamente donde al otro día, o sea, unos minutos atrás, te lo mostró Germán. Se lo quedan observando unos momentos. Parece irradiar algo de luz y unas hojas a su lado se prenden fuego debido al calor. Éstas rápidamente se consumen, entonces, tú y tu amigo se miran y le dices:

—Bueno, ya comprobamos lo que teníamos que comprobar. Tu “yo” del pasado ya está en la cocina, si nos vamos ahora verá la luz del aparato…mejor esperemos a que esté demasiado ocupado mirando el meteorito y luego vayámonos—, y tu amigo te responde que está de acuerdo.

Segundos después, cuando en silencio escuchan el suspiro de asombro que larga el muchacho al lado del cráter humeante, le dices a tu amigo que es hora de irse y se disponen a poner la fecha y hora de la tarde siguiente, un momento después de haber desaparecido de allí ustedes mismos, pero oyen que alguien habla en la cocina.

— ¡Oh, demonios! —dice tu amigo en voz baja, con lo cual tu sacas la mirada del aparato y la diriges hacia donde él estaba mirando. Son ustedes mismos del pasado, diez minutos antes. Vaya suerte—Teo, ¿qué vamos a hacer? Ellos están viniendo para acá…

— ¡Muévete, rápido, pero sin que ninguno te vea! —le contestas enseguida, y ambos se arrastran fuera de los arbustos y se esconden detrás de otros cercanos, fuera de la vista tanto del Germán que está mirando el meteorito, como del Germán y el Mateo que en segundos viajarán diez minutos al pasado. En silencio aguardan a que ellos se vayan, pero tu amigo te interrumpe el espionaje.

—Espera un momento—te dice, apurado y nervioso— ¿­qué sucederá cuando ellos desaparezcan? ¿Dónde estarán? O sea… ¿Dónde estaremos nosotros? No entiendo que sucederá…

—Yo tampoco, Germán, pero no dejaré que nos descubran—le dices, y antes de que sus versiones del pasado desaparezcan, ustedes dos vuelven a activar el aparato y desaparecen también.

Ahora se vuelven a encontrar en la habitación de tu amigo. Es 18 de Diciembre a la tarde, sus versiones del pasado se acaban de ir, y nadie notó su ausencia. Todo parece estar bien por el momento.
— ¿Qué acaba de suceder?


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