(Viene de la página 100)
Los
peligros son demasiados a correr a pesar de las recompensas, y de cualquier
manera crees que no valdría la pena arriesgarse a morir con tal de darles una
lección a los seres que ese portal acababa de traer hasta tu planeta. Le dices
a tu amigo que no lo vas a acompañar, y por más que te duela decírselo, él irá
solo si de verdad piensa ir. En un suicidio declarado, y te cuesta imaginar lo
mal que te sentirías si te enteraras de que al final falló en su misión y no
vivió para contarlo, pero sabes, o al menos esperas, que si él se da cuenta de
que si continúa tendrá que hacerlo solo pueda recapacitar y arrepentirse de
hacerlo antes de que sea tarde. Sin embargo, no lo hace…
— ¿Así que no me vas a acompañar?—te pregunta incrédulo.
Parecía confiar en que irías con él pero no puedes arriesgarte a tanto por
nada, no vale la pena continuar, incluso si con ello causes…su muerte— Que buen
amigo que resultaste ser al final...yo creí que eras distinto.
— ¡Germán, es una locura! ¡No vas a salir nunca de ahí! Vas a
morir en el intento, ¿y para qué? ¿Para salvar al mundo, para quedarte con la
fama, para alimentar tu orgullo? ¿Vale la pena tirar toda tu vida a la basura
por eso? Es una locura—le dices, sincero—…y no voy a ir con vos. Si te querés
matar, hacelo pero…no me arrastres con vos.
—Hacé como quieras—te contesta enfadado, y se aleja de tu
lado y se va hasta el otro extremo de la habitación, hacia el portal hacia el
mundo de los extraterrestres. El hace un largo suspiro, como preparándose para
lo que va a ocurrir, y mira hacia un lado y al otro, nervioso. Una última vez
te dedica una ojeada, y tu solo le puedes mostrar una cara de pesar, la más
sincera que tienes. No puedes creer que verdaderamente lo vaya a hacer,
significando eso quizás que nunca más lo fueras a ver con vida.
—Si no regreso…despídete de mis padres por mí—sentencia, a lo
que tú con tristeza asientes. Toma algo de carrera, aprieta sus puños y se
queda mirando fijo hacia la ventana dimensional que seguía cerrándose y de
esperar unos minutos más desaparecería por siempre. Suspira de nuevo, y con
decisión, avanza y se pierde dentro del portal.
Vos te quedás mirando como su cuerpo termina de ser engullido
por la luz verdosa y en silencio, solo te sientas en la cama sin poder creer
que todo así haya terminado. Pero antes de que tengas tiempo a entristecerte
demasiado, Germán retrocede por la ventana, como si hubiese sido empujado, y
cae de espaldas al suelo. Enseguida te encuentras a su lado, tomándole la
cabeza con tus manos y preguntándole desesperado si se encontraba bien, pero él
no responde. Es entonces cuando observas que de su estómago estaba burbujeando
un líquido carmesí que le teñía la remera y empapaba el suelo debajo de él.
Estaba sangrando.
No sabes qué hacer para poder ayudarlo, piensas en gritarles
a sus padres para que lo vengan a ayudar sin importar que tengas que dar
explicaciones luego sobre qué sucedió, aunque ni vos mismo lo sepas, pero antes
de poder hacer nada, algo más emerge del portal a unos pasos tuyo.