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— ¡Ahora! —le indicas a tu amigo, y él acciona de nuevo la
palanca haciendo que la nave diese un giro brusco hacia la derecha, quedando en
esa posición. Inmediatamente la gravedad artificial de la nave los hace caer a
todos hacia ese lado, menos a tu amigo y a ti, que sabiendo lo que sucedería se
sostienen del mostrador y logran mantenerse quietos, aunque para ello tuviste
que dejar caer a tu rehén junto con los demás, quienes se habían estrellado
contra la ventana. Sin embargo, cuando el último extraterrestre que faltaba se
les une, el material transparente que dejaba ver el exterior se quiebra, y de
pronto, los planes volvieron a cambiar: el eterno cielo estrellado de afuera
comenzó a tragarse todo lo que había en el interior de la nave. Succionándolo
todo para sí, pronto no hubo más extraterrestres en la nave. Todos quedaron
esparcidos, flotando en la inmensidad, y aunque hubieras preferido no prestar
atención justamente a esa perturbadora escena, puedes ver como cada uno de
ellos lenta y horriblemente van muriendo a medida que dejaban de respirar, los
fluidos de sus cuerpos hervían, y sus corazones colapsaban en tan solo
segundos.
Ustedes aún sosteniéndose de los mostradores inmóviles logran
permanecer dentro y batallar un poco, pero la fuerza de la naturaleza fue
demasiado poderosa y antes de lo pensado son tragados también por el espacio
exterior. Pasados unos segundos en donde tu cuerpo flotando en la inmensidad
comienza a ceder contra los efectos de la presión y falta de aire, pierdes la
conciencia y lo último que ves es un destello blanco en la cercanía y a Germán
a tu lado en tu misma situación.