—Pero... ¿por qué?
¿Qué querían hacer con nosotros?—Le preguntas vos al capitán.
—Verán, chicos. Los
Kózkoros han estado usando estos artefactos para estudiar a diferentes especies,
espiarlos a través de una pequeña cámara oculta incluida en ellos, y para luego
atacarlos por sus puntos débiles pasado un tiempo. Hacía mucho desde que esto
había dejado de ocurrir, que los responsables habían sido puestos bajo arresto
y que habíamos declarado que no podrían navegar sin permiso más que por su
odiosa galaxia. Pero habíamos escuchado rumores de que habían vuelto a enviar
esos aparatos, pero no podíamos conseguir pruebas sin visitar planetas al azar
e interrogar a los miles de millones de habitantes que hay en cada uno. Sin
embargo, el hecho de que ustedes estén aquí y que los hayamos encontrado prueba
que ellos han vuelto a las andanzas y que los terrícolas han estado a punto de
sufrir un ataque extraterrestre y que ustedes han conseguido evitarlo.
—Pero yo creía que
debía haber muchos más Kózkoros como para ser dueños de una galaxia... ¿Que
hayamos detenido a este grupo quiere decir que detuvimos toda una
invasión?—Inquiere Germán, extrañado.
—Bueno, es verdad
que debe haber cientos de naves como estas con el mismo objetivo, y no me
extrañaría que hubiesen enviado otros artefactos a la Tierra , pero ya mismo ordenaré a mis hombres que den el aviso e invadan su
galaxia. Tendremos permiso de la Alianza Galáctica para encarcelarlos y detener
todo este embrollo suyo. Obviamente se van a oponer y ofrecerán resistencia,
pero los superamos en número, y con una buena estrategia podremos capturarlos a
todos. Solo tenemos que avisar a…—pero el Capitán tuvo que dejar la frase
inconclusa porque un oficial de los que vos ya habías visto entró veloz a la
enfermería y empezó a decir:
— ¡Señor, se
aproximan decenas de naves kózkoras hacia aquí a toda velocidad! ¡Estaremos al
alcance de sus armas en menos de un minuto! —Gritó, logrando que todos los presentes
se pusieran de pie, incluido vos y tu amigo con su brazo vendado.
— ¡Malditos sean
todos esos reptiles desalmados! Oficial, no podemos presentar pelea alguna bajo
estas condiciones. ¡Ordene al piloto iniciar una retirada de inmediato! —Le
dijo, y mientras el otro salía corriendo a toda la velocidad que le daban las
piernas por el pasillo, él se volvió a otro oficial que estaba cerca y le dijo:
—Usted, alerte a la Alianza
cuanto antes. No podrán venir aquí a socorrernos pero no podemos permitir que
el mensaje muera con nosotros si no salimos vivos de esta. ¡Dese prisa! —Volvió
a exclamar cuando el otro ya estaba alejándose a toda marcha.
—Pero Capitán, ¿qué
pasará con estos muchachos? No podemos impedir que les pase nada, ¡son
inocentes y no tienen nada que ver en esta guerra! —Reprochó mientras la nave
adquiría velocidad la enfermera, quien te veía a vos y a tu amigo como si
fuesen dos cachorritos diminutos.
—Ahora tienen mucho
que ver. Ellos fueron quienes llamaron a los Kózkoros, después de todo.