7 mar 2015

PÁGINA 142

(Viene de la página 76)

— ¡¿Qué?! ¡Señor yo nunca llamé…!—Comenzas a excusarte, pero él te interrumpe.

—Nunca hubieras querido llamarlos, muchacho, pero lo hiciste. Cuando presionaste el botón para responder a mi mensaje me temo que habrás hablado no solo para mí sino para todas las naves aliadas a esos extraterrestres. No hay forma de que hubieran sabido lo que pasó en la nave si lo que me contaste del encuentro que ustedes tuvieron con los Kozkoros hace rato fue cierto—te dice, y a vos se te cae el alma a los pies. La nave entera ahora alejándose a toda velocidad, los oficiales yendo y viniendo, pidiéndole órdenes al Capitán y apresurándose para cumplirlas, la enfermera tapando las ventanillas con muebles, preocupada por el bienestar de vos y tu amigo, más oficiales y más personal de abordo que llega y va y viene y corre y actúa. Todos desesperados por hacer algo que les permita salir con vida del inminente ataque de los extraterrestres…y es todo por tu culpa. 

—Perdón, señor…no era mi intención—conseguís decir con la cabeza gacha, mirando el blanco piso de la enfermería. Es lo menos que podes decir, y sabes bien que nunca vas a poder enmendar lo hecho con palabras, pero deseas que el Capitán no se enoje con vos y aún siga queriendo llevarlos a casa.
—No te preocupes, muchacho, sé que no sabías lo que hacías. Ahora vámonos todos de aquí y pongámonos a salvo. Tenemos que estar más dentro de la nave cuando empiecen los ataques.
— ¿Ataques? ¿No estábamos huyendo para no ser atacados? —Preguntó Germán, mientras los guiaban por un largo pasillo blanco que terminaban en escaleras. Oficiales iban y venían a sus alrededores, unos llevando grandes armas, balas de cañones, y pistolas, pero vos y tu amigo ahora solo tenían ojos para lo que el Capitán fuera a responder a esa pregunta.

—No. Estamos huyendo para no morir, pero el ataque es inminente. De hecho, en cualquier momento van a…—contestó él, mientras a mitad de frase se oyó un estruendo y la nave dio una sacudida peligrosa. Incluido vos, todos trastabillan y se sostienen de las paredes, la baranda de la escalera que justo habían alcanzado o de quien tuvieran al lado, y al hacerlo, se dirigen miradas. —Vamos, no perdamos tiempo—agregó Jefferson, haciéndoles señas a ustedes dos y la enfermera para que continuaran. Bajando las escaleras dieron con un vestíbulo más grande, pero menos iluminado, que te daba la sensación de estar metiéndote dentro de un sótano o un sector de almacenamiento. Era enorme, y a ustedes los hicieron correr hasta la pared opuesta, metros y metros cada vez más dentro de la oscuridad. Al final, conseguiste ver algo recién cuando el Capitán abrió una compuerta de la que salió un resplandor blanco radiante y los hizo meterse dentro de la cámara. 

—Quédense dentro, no salgan por nada del mundo y manténganse en silencio—dijo él, mientras otro disparo daba contra la nave y esta volvía a sacudirse como si estuviese hecha de cartón.

Continúa en la página 68

PORTADA

PORTADA

CONTRAPORTADA

CONTRAPORTADA