9 mar 2015

PÁGINA 35


Les sorprende el poco tiempo que tardaron en perderse y, a su vez, el hecho de no haberse encontrado con ningún otro tripulante en esa gran nave. Volver por dónde vinieron no parece una opción porque, sinceramente, ninguno tiene idea de cómo llegaron hasta allí, si por aquel, por este o por ese pasillo, pero justo cuando estaban a punto de echarse a correr hasta que encontraran a alguien, el Capitán sale de un cuarto –aparentemente su camarote- y se lleva una sorpresa al verlos.

— ¡Chicos! ¿Arriba tan temprano? ¿Cómo llegaron hasta acá? —Inquiere divertido, y ustedes les relatan su intento de encontrar la cocina y él se lo toma todo muy para la broma. Sin más que decir, los lleva hasta dónde los tres querían ir ahora, y media hora después de un rico y variado desayuno, les informan a todos los tripulantes presentes que estaban por llegar a la sede de la Corte del Sistema 91. A vos todo te parece muy bizarro y loco. Desayunar con personas que viven en otro planeta, estar en una nave laberíntica que viaja por el espacio, no guiarte por el sol y la luna para saber en qué momento del día estás…es rarísimo. Aún así, menos pienses en ello mejor te va a ir, eso fue lo primero que aprendiste desde que despertaste. Lo mejor es mantener la mente ocupada y no dejar que divague hasta que vos y Germán estén de vuelta en casa, o todo se puede poner de mal a peor en cuestión de segundos. “Es muy peligrosa la mente humana” te decís como reflexión final, antes de ponerte a jugar al chinchón con Germán con unas cartas raras que les dieron pero que sirven para el juego. Finalmente, a ustedes los envían a prepararse y cuando están listos –o sea, cuando se hubieron peinado y lavado los dientes, porque otra cosa no había para hacer y no tenían equipaje que cargar-, el Capitán los escolta personalmente hasta la escotilla y la gran compuerta se abre para dejar ver algo asombroso frente a sus ojos.

La nave había atravesado una burbuja y aterrizado en una plataforma muy similar a un enorme estacionamiento de naves, y en el medio de la cúpula gigante había un edificio de forma singular erguido y haciendo blanco contraste contra el vacío estrellado de los alrededores. Pareciera que fuera de noche, solo que no hay luna sino planetas no tan lejanos y no hay tierra debajo de sus pies, sino una construcción flotando en el espacio. Los escoltan desde el estacionamiento hacia dentro del edificio y a vos toda la situación te abruma hasta el punto del mareo. Cerca de donde se detuvieron hay arbustos decorativos, pero hasta eso te parece totalmente ajeno. Ni hablar de la amplia variedad de seres extraterrestres de formas, colores, tamaños y densidades diferentes que pasan a su lado y se dirigen todos hacia el edificio. Éste es amplio como una catedral, imponente, y se mantiene muy sencillo por dentro, lo cual te ayuda un poco a estabilizarte. Por momentos, mantienes la vista fija en Germán como para encontrar algo familiar entre todas las cosas nuevas que estás viendo, y a él le parece servir hacer lo mismo dos por tres. Afortunadamente, no te obligan a estrechar la mano de nadie ni de ninguna de esas cosas que te presentan como funcionarios, representantes, directivos, secretarios, presidentes y senadores de qué-sabés-vos-qué, y finalmente te dejan pasar hacia el tribunal. Este se asemeja mucho a lo que vos has visto alguna vez en películas, con un estrado, bancos para que se sienten las demás personas, y demás.


PORTADA

PORTADA

CONTRAPORTADA

CONTRAPORTADA