Ulises corta la comunicación
luego de hacerte una seña con el pulgar, y vos respirás de nuevo. Tus amigos te
felicitan, no pueden creer el discurso que acabas de dar, y la verdad es que
vos tampoco. Supones que fue la inspiración del momento, la necesidad que
tenían de transmitir ese mensaje y la importancia que requería esa acción, y ni
hablar de la responsabilidad que caía sobre tus hombros. Imaginas las
diferentes reacciones que podrían provocar tus palabras, y que seguramente
estaban provocando en ese mismo momento. “Es de locos”, pensás, y quizás lo
sea, pero era lo que tenías que hacer. Eso era lo que tenía que hacerse.
—El mensaje fue transmitido con éxito, chicos—anuncia Ulises,
con una sonrisa de satisfacción en su rostro, y Germán y Facundo vitorean tu
logro y celebran tu valentía mientras vos todavía no reaccionas. Sin embargo,
te obligás a vos mismo a responder cuando captas que alguien te estaba diciendo
algo. Le pedís que te lo repitan, y Germán te dice:
— ¡Que sos un genio, Teo! ¡Nadie podría haberlo dicho mejor
que vos! Pero…—dice, cayendo en cuenta de algo al instante, haciendo que
Facundo y vos también borraran un poco las sonrisas de sus rostros por un
momento. — ¿Y ahora que…que vamos a hacer?
—Yo les voy a decir que van a hacer—les anuncia Ulises, y
ustedes en parte se muestran agradecidos, ya que por un momento nadie tenía la
más remota idea de cuál sería la fase dos del plan. —Lo siguiente que tienen
que hacer es irse inmediatamente de acá—sentencia.
— ¿Irnos? ¿Irnos a donde? —pregunta Facundo. Vos tenés el
presentimiento de que todo lo que vendrá de ahora en más será cada vez más
complicado. ¿Podría haber una guerra contra los federales o el gobierno o la N.A .S.A. o cualquier otra
organización en el horizonte?
—Eso ya no es mi problema, pero…—comienza él, pero un sonido
lo hace detenerse. Ustedes agudizan los oídos, y escuchando al mismo tiempo que
él algo inconfundible. Es un helicóptero. — ¡Esperen, no hagan nada! —Susurra.
Los cuatro se quedan escuchando, mientras Ulises comienza a trabajar de nuevo
en su computadora. Por la expresión de su rostro, eso no era nada bueno.
— ¿Cómo nos pudieron encontrar? —Pregunta Germán. Esa no era
la pregunta que vos más querías que alguien te respondiera. Lo que más querés
es que te digan qué van a hacer ahora. ¿Habría posibilidad de escapar ahora que
tenían enemigos al asecho?
—Mi intervención no pudo haber pasado desapercibida, pero
esperaba que ustedes ya se hubieran ido y yo ya hubiese podido re-establecer
mis programas y defensas antes de que esto pasara—anuncia. Sus intentos parecen
ser en vano, porque el sonido del helicóptero se incrementa cada segundo, y
pareciera que hubiera más de uno allá afuera. —No nos conviene usar el
Artefacto, pero es la única alternativa. No podríamos salir de este sótano con
vida de otra manera—les dice. Ustedes no necesitan escuchar más. Los cuatro se
reúnen junto a los dos aparatos, y vos captás cómo Ulises le echa una última y
triste mirada a su equipo antes de partir.