11 abr 2015

PÁGINA 159


Ulises corta la comunicación luego de hacerte una seña con el pulgar, y vos respirás de nuevo. Tus amigos te felicitan, no pueden creer el discurso que acabas de dar, y la verdad es que vos tampoco. Supones que fue la inspiración del momento, la necesidad que tenían de transmitir ese mensaje y la importancia que requería esa acción, y ni hablar de la responsabilidad que caía sobre tus hombros. Imaginas las diferentes reacciones que podrían provocar tus palabras, y que seguramente estaban provocando en ese mismo momento. “Es de locos”, pensás, y quizás lo sea, pero era lo que tenías que hacer. Eso era lo que tenía que hacerse.

—El mensaje fue transmitido con éxito, chicos—anuncia Ulises, con una sonrisa de satisfacción en su rostro, y Germán y Facundo vitorean tu logro y celebran tu valentía mientras vos todavía no reaccionas. Sin embargo, te obligás a vos mismo a responder cuando captas que alguien te estaba diciendo algo. Le pedís que te lo repitan, y Germán te dice:

— ¡Que sos un genio, Teo! ¡Nadie podría haberlo dicho mejor que vos! Pero…—dice, cayendo en cuenta de algo al instante, haciendo que Facundo y vos también borraran un poco las sonrisas de sus rostros por un momento. — ¿Y ahora que…que vamos a hacer?

—Yo les voy a decir que van a hacer—les anuncia Ulises, y ustedes en parte se muestran agradecidos, ya que por un momento nadie tenía la más remota idea de cuál sería la fase dos del plan. —Lo siguiente que tienen que hacer es irse inmediatamente de acá—sentencia.

— ¿Irnos? ¿Irnos a donde? —pregunta Facundo. Vos tenés el presentimiento de que todo lo que vendrá de ahora en más será cada vez más complicado. ¿Podría haber una guerra contra los federales o el gobierno o la N.A.S.A. o cualquier otra organización en el horizonte?

—Eso ya no es mi problema, pero…—comienza él, pero un sonido lo hace detenerse. Ustedes agudizan los oídos, y escuchando al mismo tiempo que él algo inconfundible. Es un helicóptero. — ¡Esperen, no hagan nada! —Susurra. Los cuatro se quedan escuchando, mientras Ulises comienza a trabajar de nuevo en su computadora. Por la expresión de su rostro, eso no era nada bueno.

— ¿Cómo nos pudieron encontrar? —Pregunta Germán. Esa no era la pregunta que vos más querías que alguien te respondiera. Lo que más querés es que te digan qué van a hacer ahora. ¿Habría posibilidad de escapar ahora que tenían enemigos al asecho?

—Mi intervención no pudo haber pasado desapercibida, pero esperaba que ustedes ya se hubieran ido y yo ya hubiese podido re-establecer mis programas y defensas antes de que esto pasara—anuncia. Sus intentos parecen ser en vano, porque el sonido del helicóptero se incrementa cada segundo, y pareciera que hubiera más de uno allá afuera. —No nos conviene usar el Artefacto, pero es la única alternativa. No podríamos salir de este sótano con vida de otra manera—les dice. Ustedes no necesitan escuchar más. Los cuatro se reúnen junto a los dos aparatos, y vos captás cómo Ulises le echa una última y triste mirada a su equipo antes de partir.


PORTADA

PORTADA

CONTRAPORTADA

CONTRAPORTADA