Como a vos no te emociona
particularmente la idea de meterte a esa base extraterrestre y poner en peligro
tu vida, te quedas callado y para tu sorpresa, es Germán quien se ofrece
voluntario. Héctor les indica a vos y a Facundo que vuelvan por donde vinieron
y se escondan, y tras desearles suerte, tu amigo y él se marchan. A vos te toma
por sorpresa la vuelta que tuvieron las cosas, pero últimamente no podes
entregarte mucho a cavilar en todo lo que les sucede: tienen que actuar. Por
ende, Facundo guía la marcha de regreso y se ocultan en un mejor lugar, a
apenas siete cuadras de la base. La espera se vuelve tortuosa, pero en parte
sabías que iba a ser así. No debía ser muy sencillo sabotear el pasado de una
raza extraterrestre y salir caminando como si nada, así que se dedican a
aguardar, recolectando paciencia hasta de donde no sabían que tenían. Pasadas
hora y media, según calculas, un grupo de los muchos que pasaron frente a
ustedes resulta tener a Germán y Héctor en la retaguardia, actuando como los
demás humanos en trance que los acompañaban. Al ver su señal, comienzan a
caminar más lento, totalmente disimulados, hasta que se alejan lo suficiente de
los Kózkoros guardianes, y pueden por fin reunirse con ustedes.
—No fue fácil, muchachos, pero lo
conseguimos—dice, mostrando un híbrido electrónico y orgánico que parecía
contener el informe falso que necesitaban. — ¡Ahora, denme el Artefacto,
rápido! Tienen que irse. Cuánto más rápido reescriban lo sucedido, mejor será
para todos—les advierte, y cuando ustedes le prestan el aparato, él escribe una
complicada coordenada por unos minutos; para luego devolvérselos, activar el
botón, y hacerlos marchar sin despedirse. Cuando la luz cegadora se apaga, se
encuentran dentro de lo que crees sería una sala de cómputos en una nave
kózkora. Huele horrible, y está húmedo y sospechosamente silencioso allí, pero
Germán toma el híbrido artefacto extraterrestre con el informe, lo conecta
según las instrucciones que le dio Héctor, y planta la información en un
santiamén. Ustedes vigilan con las armas en la mano, como si un hacha y una
cuchilla sirvieran de algo allí, pero tu amigo finaliza pronto con su tarea.
Parece increíble. No podés creer que todo haya funcionado tan bien, con todas
las fallas que podría tener el plan. Pero de un momento a otro, murmurando lo
más bajo que les es posible, te enteras de que están listos para irse de
regreso a su tiempo, esperando que todo haya salido como lo planeado. Facundo
digita la fecha del día en que se marcharon de su presente, en el mismo exacto
momento de su partida accidental, y así como así, se esfuman tan rápido como
llegaron.
¿Era posible que no hubieran detectado a uno de sus propios
artefactos activarse dos veces en su propia nave? ¿Habría salido todo tan bien
como parecía? Esas y otras preguntas se amontonaban en tu cabeza cuando se
materializan finalmente en algún lugar. Es un paisaje nevado, frío y desértico,
y muy amplio. Se pueden ver kilómetros y kilómetros de hielo, soledad, y lo que
parecen ruinas de alguna ciudad que ya no es tal. Una revisión apresurada en el
aparato indica que había funcionado correctamente, y que ese era su presente…el
mundo que les pertenecía. Ya te parecía raro que todo hubiera funcionado tan
bien, ¿pero qué habría pasado allí? Para el terror de los tres, a apenas metros
frente a ustedes, oculta antes por los vestigios de una casa, aparece una
enorme araña metálica con un Kózkoro encima que al verlos, se alarma y profiere
alaridos de amenaza. Otros centinelas aparecen a su lado, armados y dispuestos
para matar. Tus piernas se aflojan a pesar de la adrenalina que te incita a
correr, y caes rendido.
Es claro que ha llegado el FIN.