No necesitas que te traduzcan nada para saber que eso no
había sido nada bueno. Los del sector informática empiezan a enloquecer,
algunos poniéndose a teclear más y más rápido, otros poniéndose de pie y
tapándose la cara, otros enfureciendo y pateando cosas. Al preguntarles lo que
sucedió, un aterrado Ulises se apresura para traducirles la respuesta, casi
muerto de miedo.
—El sistema de encubrimiento fue infectado. Se terminó,
chicos. Nos descubrieron…—sentencia. El lugar se vuelve un caos nuevamente.
Algunos corren hacia donde vos crees están las salidas por los túneles, otros
se ponen a gritarles insultos a los hackers; otros, para tu sorpresa,
desenfundan pistolas, rifles y otras armas de fuego que se preparan para
disparar. El señor Montacna se dirige a ustedes y les habla como culpándose de
todo lo sucedido, como entregado a una muerte pronta.
—Váyanse, chicos. Sigan a las demás personas por los túneles
y…sálvense mientras puedan. Es inútil ahora usar los aparatos, sería una
suicido. Perdónenme, no tendría que haberlos traído acá—se disculpa, para luego
alejarse de ustedes. Vos y tus amigos se miran asustados, sin saber qué decir.
Ulises se queda ahí, esperando que se muevan. Esto de no tener nunca otra
opción, te está cansando, pero ya no hay nada que hacer más que correr. Le
echan un último vistazo al señor Montacna, quien junto a los otros líderes
medio que se quedan rezagados, cual capitanes de una nave que está por
hundirse; y no podés evitar sentirte mal por él. Pero entonces recuerdas la
pregunta que te venís haciendo mucho últimamente: ¿Qué más podrían hacer?
Justo cuando pensás en eso, oís claro una serie de
helicópteros acercándose desde lejos. Un loco miembro de esa organización
destinada a su final rompe una compuerta y sale al exterior, dejando entrar
consigo una oleada de frío glacial. Lleva una ametralladora gigantesca que ni
bien sale, comienza a disparar hacia los helicópteros. No pasa mucho hasta que
desde allí, los federales comenzaran a contraatacar. Vos observas horrorizado
como los disparos lo atraviesan, y como comienzan a disparar contra el fuerte.
A pesar de que pareciera estar todo perdido, muchos otros miembros de la
organización comienzan a disparar sus armas contra los helicópteros también.
Antes de lo esperado, uno saca una bazuca de algún lugar y todos despejan el
área para que él lance el proyectil hacia sus enemigos. Cuando da en el blanco,
muchos se ven esperanzados, reanimados por una confianza que hace segundos no
tenían. Ustedes dudan entre quedarse o irse, ¡el espectáculo parece salido de
una película de acción! El único problema es que el peligro es muy verdadero.
Al final, la horda de gente saliendo los termina empujando hacia los túneles
subterráneos y se ven obligados a irse. Escuchas disparos de ametralladoras,
misiles y cañones abriendo fuego a tus espaldas: se había armado una guerra
detrás de ustedes, y ahora era imprescindible que se alejaran de allí. La
tierra tiembla sobre sus cabezas mientras se dedican a seguir a la gente a
través de los oscuros y helados pasadizos. En un momento, perciben claramente
como se derrumba toda la cede detrás de ustedes con una explosión catastrófica,
y el miedo los impulsa a seguir avanzando. Tras muchas bifurcaciones, terminan
quedando ustedes tres solos en un túnel que desemboca bajo un puente de la
sucia ciudad estadounidense en la que se encontraban. Lejos de sus hogares, sin
dinero, ni un plan, ¿qué les depararía el futuro de ahora en más?
Es imposible
que lo sepan, pero se siente como si ese fuera el FIN.